ACTIVIDAD BLOQUE IV (ADAPTACIÓN DEL CUENTO “TODA CLASE DE PIELES”
LA NIÑA LUNA
Había una vez, una pequeña princesa, a la que llamaban “la niña luna”, esto era porque la princesa tenía la piel muy blanca y un largo y abundante pelo negro, lo que hacía que pareciera que su rostro se iluminaba como la luna en la noche.
Esta princesa tenía un problema, sus hermanas, que la tenían envidia por su gran hermosura y porque todo el mundo hablaba de ella.
Un día, sus hermanas muy enfadas porque su padre había elegido a “la niña luna” para casarse con el príncipe, decidieron cortarla el pelo, y así, nadie más pensaría que era hermosa.
Esa misma noche, mientras “la niña luna” dormía, sus hermanas entraron en la habitación y la cortaron su bello pelo negro. Al día siguiente, cuando esta despertó y vio que la habían cortado el pelo, lo más preciado para ella, se enfadó muchísimo y decidió irse de su reino, porque sabía que sus hermanas no pararían hasta que ella desapareciera. Asique ese mismo día cogió algunas cosas para marcharse, lo que cogió fue una gargantilla en forma de luna que se puso en el cuello y se la escondió bajo su ropa, un alfiler de plata del pelo y un pañuelo de su madre que se lo puso en la cabeza para que la cubriese su corto pelo negro.
Después de haber estado durante muchos días caminando y durmiendo por el bosque, “la niña luna” encontró una pequeña casita, a la cual llamó y esperó, de esta salió un joven, fuerte y guapo, el más guapo que nunca ella había visto. “La niña luna” le explicó que se había perdido y llevaba varios días caminando por el bosque, que si podía ayudarla, el joven entonces la agarró de la mano suavemente, como demostrándola que no debía temer de él y la dijo que la ayudaría.
Después de haberla dado de comer la dijo que él no vivía allí, sino que era el príncipe de ese reino, y que debía volver al palacio porque sus padres se estarían preocupando, y que allí, la buscaría un trabajo para que se ganase la comida y la cama.
Cuando llegaron al palacio, el príncipe la buscó un trabajo, el cual era sirvienta de su madre, la reina, y ella se lo agradeció y se puso a trabajar. Así lo hizo durante muchos años, hasta que llegó el día en que el príncipe cumplía dieciocho años y la reina iba a preparar un baile para encontrarle esposa. A “la niña luna” no le gustaba nada ese baile, porque ella estaba enamorada de él y eso significaba que el príncipe se iba a casar con una princesa, algo que ella ya no era.
La noche del baile, la reina le dio la noche libre a “la niña luna” y la permitió ir al baile, pero con dos condiciones, la primera que se pusiera un vestido que la había comprado especialmente para ella, un vestido color plata, el cual brillaba y relucía como lo había hecho ella años atrás simplemente con su rostro y su pelo; y la segunda, que se quitase el pañuelo que llevaba siempre en la cabeza.
Esa noche, “la niña luna”, algo preocupada por el hecho de que su príncipe se iba desposar con una princesa, se quitó el pañuelo y se soltó el pelo, el cual ya había crecido, se puso el vestido que la había regalado la reina, se puso el alfiler de plata en el pelo y dejó al descubierto la gargantilla en forma de luna; salió de su habitación y bajó las escaleras que llevaban hasta el gran salón donde se celebraba el baile, cuando se abrieron las puertas, todo el mundo que había asistido se la quedaron mirando, porque ella relucía como la luna en la noche; se dirigió hacia donde la gente bailaba y el príncipe la agarró de la mano, como aquella primera vez que la vio en el bosque, y la dijo que si “la niña luna” desearía casarse con él, ella sorprendida porque la había llamado de aquella manera, salió corriendo hasta los jardines y se escondió entre ellos.
Al cabo de un rato el príncipe la vio y le explicó que sabía quién era ella porque su madre, la reina, se lo había dicho; que la reina conocía a su padre, el cual le contó la historia de “la niña luna”, la cual se había escapado y se había llevado tres cosas, una gargantilla en forma de luna, y el príncipe le señaló su cuello, un alfiler de plata, y le señaló el pelo, y un pañuelo, el cual era aquel que siempre había llevado su cabeza durante tantos años; y que la reina sabía que ella era esa niña porque había pasado muchos años a su servicio y porque era la chica que estaba destinada a casarse con su hijo.
Por lo que finalmente, el príncipe y “la niña luna” se casarón como había estado planeado desde hacía muchos años atrás.
Muy bien.
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